¡Olvido!..
Palabra de un verbo exigente. Estábamos en la mente y corazón de Dios, tuvimos
9 meses en el vientre de nuestras madres donde el olvido no existía. Mucho
tiempo transcurrió y no era necesario entender que hace el olvido en nuestras vidas.
Un día nos hirieron y luego de mucho dolor y perdonar tuvimos que recurrir a un
olvido para seguir hacia adelante.
En otra
ocasión alguien entró a nuestro corazón y de repente se desvaneció, muchas preguntas
surgieron pero el olvido no era una opción. Más adelante cometimos varios
errores de esos que uno se lamenta toda la vida y ahí suplicamos al olvido que
nos ayude a olvidar lo hecho pero no lo aprendido, justo ahí descubrimos que el
olvido trabaja despacio a veces demasiado lento para nuestro dolor.
Pero en
el caminar por esta vida nos tropezamos con ese extraño sentimiento del amor.
Muchas clases de amor de los cuales nadie está exento de vivir. Lloras y ríes,
y tu cuerpo comienza a sentir sensaciones que nos sorprenden. Muchas nos llevan
a pensar si tenemos alguna enfermedad seria. Un corazón actuando con
taquicardias, un estómago que no desea alimento, sueños extraños de cosas sin
sentido, manos frías y sudadas, ansiedad, euforia, un pensamiento constante en
algo o en alguien como si la locura hubiera poseído nuestra mente. Una
enfermedad de muerte. Nadie comprende lo que decimos, otros nos miran con ese
gesto de ¿qué se habrá metido?
Lazos y
más lazos nos van atando. Amor a Dios, a los padres, a los hijos, a los amigos
y el eterno donde dos almas se unen para ser solo una. Un día alguno de esos
lazos se corrompe, nuestro mundo se tambalea y el perdón te sugiere sanar pero
el olvido no te hace fácil la tarea. ¿Cómo olvidar cuando el amor es la base de
uno de esos lazos? ¿Cómo dejar ir y olvidar lo que dejó huellas y marcas en el
corazón? ¿Cómo transformar un lazo en hilos suspendidos en el aire?
¿Podrá
la mujer olvidar el hijo de su vientre? ¿Los hijos podrán olvidar por completo
de quien nacieron o el amor que te robo el aliento y te hizo pensar que
perderías la razón sin él? El mismo olvido tiene sus límites, prohíbe olvidar
lo que por derecho el corazón debe recordar, prohíbe olvidar aquél dolor que
produjo que naciera algo hermoso en ti, prohíbe olvidar que existe un Dios que
por más que lo neguemos existe y prohíbe olvidar que el amor verdadero cubre
multitudes de faltas.
El amor
reclamará al olvido su gestión y el olvido recordará que sin amor el no
existiría. Un día ellos tres se encontraron, el amor, el perdón y el olvido y
nunca más pudieron separarse. Por tanto, Cristo nos amó, perdonó y olvidó
nuestras acciones y de esa manera ascendió al cielo, ese cielo que un día si
aceptamos a Cristo con amor, perdón y olvido nos recibirá en nuestra morada
celestial. A veces el olvido es una opción, en otras es un requisito, úsalo de
manera eficaz y todas las cosas cambiarán.
@Skysweetstar