Las palabras
¿simples letras de adorno o arma de doble filo en la vida? No existe un arma
más letal que las palabras, esas que salen al exterior y recorren a otros oídos
y la respuesta instantánea según la persona que las interpreta, hace uso de sus
sentimientos y emociones y responde según lo que a su entender fueron el propósito
de las mismas.
Y si hablamos
de interpretaciones es increíble ver como de una buena intención pasó todo a
ser un escándalo. Y la pena por ello es profunda. ¿A cuántos no nos ha pasado
vivir experiencias así? Duele al que interpretó mal pero duele aun más a quien
las dijo sin malicia alguna.
En ocasiones
podemos entender que hablar es un arte que no todos sabemos utilizar pero no es
opcional el no usarlo. Siempre tendrás que utilizarlo si deseas convivir y
socializar con las demás personas.
A veces nos
repetimos a nosotros mismos, cómo le podré decir esto o aquello a esa persona
sin que se ofenda, no encuentro las palabras correctas para hacerlo, lo escribo
en un papel para no estropear lo que diré, entenderá mi intención, comprenderá
que lo que digo es por que la aprecio y quiero. La secuela continúa, con todo
está en la forma que se lo diga, las palabras que use, mi actitud ante ella.
Las palabras son arte, un arte de belleza u odio, un arma de vida o muerte, un don divino si es guiado por el mejor orador, Dios. En Proverbios 18:21 dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”. La lengua puede producir palabras de vida o palabras de muerte. Ninguna discusión ha comenzado sin palabras por el medio.
Parecería que
lo mejor sería ser mudo aunque los gestos y señales también pueden ser mal interpretados.
Entonces existirá alguna buena opción para ser asertivos a la hora de
expresarnos: ¡Sí! Aunque nunca se podrá controlar la reacción del oyente, sí
puedes mantener la paz y calma de tu corazón por haberlo hecho de manera digna
y limpia.
Santiago 3:6-186 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
7 Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana;
8 pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.
10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
11 ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?
12 Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.
13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.
14 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;
15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.
16 Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.
17 Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.
18 Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.
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