11 de diciembre de 2012

La Búsqueda de la “Tranquilidad”...

 
La búsqueda de la “tranquilidad” ha comenzado, ¡y de qué manera! Las personas consumen toneladas de tranquilizantes para lograr la paz del espíritu. No sólo recurren a las drogas, sino también a los libros que sirven de sedantes. Algunos de éstos se han convertido en “best-sellers” de la noche a la mañana, y han alcanzado una tirada de cientos de miles de ejemplares en una sola edición. Sus lectores son estimulados con urgencia a “lavarse el cerebro” y así comenzar el nuevo día diciendo: “¡Qué mañana tan estupenda hace! ¡Qué esposa (o esposo) tan maravillosa tengo! ¡Qué hijos tan encantadores! ¡Qué desayuno tan saludable y delicioso me aguarda! ¡Qué jefe tan simpático tengo en el trabajo!

 Pero tales “tranquilizantes de paz” (“peacefulness”) pueden hacer más mal que bien. Contra ellos se alzan las siguientes objeciones:

 →Primera: Siempre que el consuelo prestado no se ajuste a la realidad, la paz mental que éste proporcione no tendrá efectos duraderos.

 →Segunda: Lo más difícil de quebrantar de todo es “el pecado”, y no hay estímulo mental o “pensamiento positivo” que pueda eliminarlo.

 →Tercera: La única paz que merece tal nombre es la paz con Dios y esta paz no puede ser auto fabricada.

 →Cuarta: Esta confianza en los tranquilizantes, sean libros o píldoras, puede proceder de la falsa suposición de que el desasosiego espiritual o la lucha interior es un mal en sí mismo.

Sin embargo, frecuentemente es muchísimo mejor el afrontar la realidad, que el tratar de escapar de ella. La evasión conduce a la apatía espiritual. El analizar y dar la cara a la realidad acerca de uno mismo es el único camino que nos puede llevar a “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento”.

Ahora bien, si alguien desea saber cómo se obtiene la “verdadera” paz o tranquilidad del corazón y de la mente, debe acudir a la epístola en la que está escrita esta misma expresión (Fil. 4:7). Esta pequeña gema de cuatro brillantes capítulos nos habla de un hombre que ya la ha encontrado. Este hombre ha descubierto el tesoro más apreciado de la vida. Es “el hombre más feliz del mundo”. Lean como habla en esta epístola:

“Regocijaos siempre en el Señor. Otra vez diré, regocijaos”. “He aprendido a contentarme en cualquier circunstancia en que me encuentre. Sé pasar necesidad, y sé vivir en la abundancia; en toda situación he aprendido el secreto, tanto de estar satisfecho como de tener hambre, tanto de tener abundancia como de padecer necesidad. Todo lo puedo en Aquél que me fortalece… tengo abundancia”.

¡Y este hombre que había aprendido el más grande secreto de la vida estaba prisionero en Roma, esperando su probable ejecución!

¿Cómo alguien puede hablar así en la peor circunstancia de su vida? Solo descubriendo el verdadero secreto de la paz y el gozo que provienen de Dios. Hoy tú puedes disfrutar lo que por tanto tiempo has anhelado y por más que has buscado a través de otras fuentes no has logrado obtener. Aquí está el secreto hazlo tuyo hoy y empieza vivir esa nueva vida, no libre de situaciones pero sí llena paz, gozo y amor. DTB!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario